Entonces voy a buscar esa película en blanco y negro que ha
durado dos años. Toda una vida. Esas noches pasadas en el sofá. Lejos. Sin
conseguir darme una explicación. Arañándome las mejillas, pidiendo ayuda a las
estrellas. Fuera, en el balcón, fumando un cigarrillo. Siguiendo después el
humo hacia el cielo, arriba, más arriba, más aún… Allí, donde precisamente
habíamos estado nosotros. (tres metros sobre el cielo). Cuántas veces he nadado
en ese mar nocturno, me he perdido en ese cielo azul, llevado por los efluvios
del alcohol, por la esperanza de encontrarla otra vez. Arriba y abajo, sin
tregua. Por Hydra, Perseo, Andrómeda… Y abajo, hasta llegar a Casiopea. La
primera estrella a la derecha y después todo recto hasta la mañana. Y otras
muchas. Y a todas les pregunto: “¿La habéis visto? Por favor… He perdido mi
estrella. Mi isla, que no existe. ¿Dónde estará ahora? ¿Qué estará haciendo?
¿Con quién?” Y a mi alrededor, ese silencio de esas estrellas entrometidas. El
ruido molesto de mis lágrimas agotadas. Y yo, estúpido, buscando y esperando
encontrar una respuesta. Dadme un porqué. Pero qué idiota. Ya se sabe. Cuando un
amor se acaba se puede encontrar todo, excepto un porqué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchísimas gracias por comentar, pásame siempre que comentes el link de tu blog :D