El tiempo pasa rápido, parece que era ayer cuando jugábamos
a la goma y a la comba en el patio o hacíamos cabañas con palos en el campo.
Que las heridas ya no nos las cura mama con un beso y esa cancioncita de “sana, sana culito de rana si no se te cura hoy, se te curara mañana” ni con el betadine, ni poniéndonos una tirita de dibujitos. Ya no vamos chuleándonos a los demás niños, a enseñarlos nuestras heridas superficiales y a contarles una historieta para que vean lo valiente que fuimos al hacérnosla y sorprendidos todos digan “Halaaa!”
Quien nos diría que las heridas ahora son psicológicas y que las intentamos curar con alcohol en forma de negrita con naranja o vodka con limón, que en vez de chulearnos las disimulamos con sonrisas y no nos hacemos los valientes porque gracias a esa herida nos hemos dado cuenta de que no lo somos.
No hay cosa tan fácil como jugar a los tazos, ya no se cambian cromos en un parque con los amigos, si no dinero por un poco de droga con el camello.
De pequeña tu único amor era el niño que te daba la mano en la cola para entrar a clase y te dejaba sus pinturas para colorear, ahora no te acercas a alguien sin mirar si esta bueno, sin mirar la talla, el peso y la altura. Ya no nos callamos cuando papa y mama nos regañan por algo, ya no son ellos los que nos chillan a nosotros, si no muchas veces (aunque este mal) nosotros a ellos.
Que la puta ya no es aquella persona a la que le toca la sota jugando a polis y cacos con las cartas y que ya las únicas guerras no son las que se hacían en pleno mes de agosto con globos y pistolas de agua. Que ya no puedes revivir a alguien lanzándole un beso y que la puta ya no solo hace eso.
Que las heridas ya no nos las cura mama con un beso y esa cancioncita de “sana, sana culito de rana si no se te cura hoy, se te curara mañana” ni con el betadine, ni poniéndonos una tirita de dibujitos. Ya no vamos chuleándonos a los demás niños, a enseñarlos nuestras heridas superficiales y a contarles una historieta para que vean lo valiente que fuimos al hacérnosla y sorprendidos todos digan “Halaaa!”
Quien nos diría que las heridas ahora son psicológicas y que las intentamos curar con alcohol en forma de negrita con naranja o vodka con limón, que en vez de chulearnos las disimulamos con sonrisas y no nos hacemos los valientes porque gracias a esa herida nos hemos dado cuenta de que no lo somos.
No hay cosa tan fácil como jugar a los tazos, ya no se cambian cromos en un parque con los amigos, si no dinero por un poco de droga con el camello.
De pequeña tu único amor era el niño que te daba la mano en la cola para entrar a clase y te dejaba sus pinturas para colorear, ahora no te acercas a alguien sin mirar si esta bueno, sin mirar la talla, el peso y la altura. Ya no nos callamos cuando papa y mama nos regañan por algo, ya no son ellos los que nos chillan a nosotros, si no muchas veces (aunque este mal) nosotros a ellos.
Que la puta ya no es aquella persona a la que le toca la sota jugando a polis y cacos con las cartas y que ya las únicas guerras no son las que se hacían en pleno mes de agosto con globos y pistolas de agua. Que ya no puedes revivir a alguien lanzándole un beso y que la puta ya no solo hace eso.
A cambiado tanto la vida, no se si para bien o para mal, pero nada de esto es lo mismo, y los niños que están creciendo, cada vez están empezando antes a dejar de ser niños, y a comportarse como adultos, no entiendo por que, pero bueno la vida es así.
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